La efímera alegría del gol.
8 MAYO 2024
Después de un partido muy sufrido, el Deportivo, en lo que parecía una jugada más, logra sacar de ella un penalti. Minuto 70 de partido, tras la portería los seguidores coruñeses no saben si mirar, girarse o simplemente esperar a ver qué pasa. Lucas coloca el balón, mira la portería, corre hacia él y gol. La valla que separa la grada del terreno de juego es derribada por los seguidores deportivistas, el autor del gol corre hacia la línea de fondo, los jugadores lo siguen. Mientras, los aficionados invaden el campo y jugadores y afición se funden en un plural abrazo lleno de sentimientos.
Tras ese efímero instante de júbilo, los nervios se vuelven a apoderar del aficionado, el que está en Las Llanas y el que lo ve desde casa, se vuelve a recurrir a las uñas, al movimiento incontrolable de tu pierna y la sensación de que un nada te puede dejar a las puertas de todo.
Con el pitido final, Lucas protagoniza una imagen similar a la del Camp Nou en 2015, la alegría es la que reina y los aficionados, algunos excitados y otros calmados, piensan en que el domingo doce de mayo, en la siguiente jornada y ante el Barcelona B, el ascenso puede llegar. En Riazor. En casa.
El equipo tiene una oportunidad de oro y lejos de trasladar una indecisión que años atrás se respiraba, Pablo Vázquez cita que “tenemos que salir a pasarles por encima (…) es el momento” y entonces el deportivista cree. Tiene motivos, tiene razones y su religión así lo marca.
Esta semana se le va a hacer larga a todo blanquiazul que desee que llegue el domingo pero quedará para el recuerdo. Una semana de nervios, de inquietud, de ganas, de banderas, de camisetas, de comunicados.
El mensaje en la afición ha cambiado. El mensaje en el equipo ha cambiado. Ya no hay meigas. Ya no hay gafes. El destino nos la tenía guardada y el resultado será diferente.
Noventa minutos.